viernes, 31 de diciembre de 2010

2010: El año que nos hizo grandes

Ha pasado de todo en 2010. Podría enumerar miles de momentos inolvidables y triunfadores en estos 365 días. Pero a mí y al resto de los españoles sólo se nos puede venir una cosa en mente cuando hablamos de lo mejor del año, que digo del año, del milenio. Porque es algo que nos cambió la cara a todos, desde los más pequeños a los más ancianos; desde los más futboleros a los que se les da mejor las canastas; desde el presidente hasta el último hombre del mundo. Un 11 de Julio de 2010 España se bañó en oro, pero en oro recién pulido en el Olimpo de los dioses. Sí, aquel día España se hizo, por primera vez en toda su historia, Campeona del Mundo.



La derrota contra Suiza me pilló en pleno crucero de viaje de fin de estudios,  nada menos que en una excursión a la Torre de Pisa. Casi nadie quería ver el partido, todos deseaban ver la famosa torre inclinada. Yo hice lo que pude para irnos cuanto antes al bar, gastarme lo que fuera en una botella de agua y contemplar el primer partido de la Roja en tierras sudafricanas. Por desgracia, ibamos perdiendo, pero mereciendo ganar y por mucho. Al final acabaron derrotados, y yo con el gusto amargo de saber que lo que yo había visto no se correspondía con el resultado, pero una vez más caíamos como en todos los Mundiales. Los italianos estaban encantados, recuerdo como celebraron la victoria Suiza. Es triste pensarlo, porque al final fueron ellos, los que eran los vigentes campeones del mundo, aquellos que se fueron ridiculizados por Paraguay y Eslovaquia. Al día siguiente lo tenía claro, ibamos a Roma y lo primero que hice nada más levantarme fue ponerme la zamarra española, para demostrar que había un español en Italia, por lo menos uno, que todavía se sentía orgulloso de aquella selección. Incluso le dije a un italiano por la calle que ibamos a ganar el Mundial pese a perder el día anterior contra los suizos. El italiano se reía, pero quizás después del campeonato se acordó de aquel español que predijo aquella victoria. Aunque fuera sólo para abanderar a un equipo del que no debíamos renunciar jamás, ni siquiera por una derrota tan dolorosa como aquella.

Ninguna selección había ganado el Mundial perdiendo el primer partido en toda la historia. Iniesta, uno de los mejores jugadores del equipo, se lesionó a las primeras de cambio; y Fernando Torres se encontraba en un bajísimo estado de forma. Sin embargo, los españoles se crecieron ante la adversidad, y con dos golazos de David Villa ganamos a Honduras con comodidad, aunque no con excesiva contundencia. Chile estaba un peldaño por delante y parecía un rival extremadamente complicado. Sin embargo la Selección creció en su juego y ganó, con goles de Villa e Iniesta, en un partido quizás más placentero que el anterior, ya que marcamos pronto y los chilenos se conformaban con la derrota, pues se clasificaban igual. Los siguientes cuatro partidos fueron impresionantes, cada uno con su historia:  la fuerza de Llorente para descolocar a los portugueses, los penaltis contra Paraguay y el gol de carambola de Villa, el golazo de estrategia entre Xavi y Puyol a Alemania... y una final impresionante, que pude vivir con gente del Barça, del Madrid, del Athletic, del Deportivo... y que sufrí, disfruté, me emocioné y casi lloré como si fuera un crío por esa ocasión fallada de Ramos, por las brutales patadas, por los unos contra uno de Robben con Iker, por la ocasión de Villa, de Capdevila, de Ramos de nuevo, de Cesc, de Navas, por la expulsión de Heitinga y sobre todo por aquel carrerón de Jesús Navas, aquella maravillosa internada que choca contra los holandeses, que llega al magistral taconazo de Andrés Iniesta, que deja para el toque de Cesc de nuevo para Navas, que abre sensacionalmente para Fernando Torres, que centra para que un defensor la despeje, y aparezca Cesc, dándosela a un gran Andrés Iniesta que, con un control orientado y una volea sublime, hizo que entrara el Jabulani hasta el fondo de la red, donde queríamos ver el balón tras 117 minutos de infarto, tras un mes de grandes emociones, tras dos años de auténtica magia futbolística, tras décadas de infortunios y hambre de victorias...

Sí, yo puedo decir a mis 19 años que he visto a España ganar un Mundial de Fútbol, un Mundial que sólo mereció España, porque siempre buscó la victoria, siempre miró hacia la portería y siempre trató de encontrar el mejor camino para llegar a esa Copa del Mundo, el hacer del fútbol el juego más precioso que existe.

jueves, 23 de diciembre de 2010

"ANTIMOUDRIDISMO"

El Real Madrid era, hasta hace poco, uno de los clubes más respetados en España, en Europa, en todo el mundo. Y no me refiero a por cómo jugaba, por cómo divertía, por cómo ganaba títulos uno tras otro... sino por lo que representaba ese equipo, ese escudo, ese club. Unos valores éticos que pasaron a la historia y que todos recuerdan como la solidaridad, el respeto al rival y la humildad por encima de todo. Ser, por encima de todas las cosas, un club caballero. Ya lo dice su himno: "Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano, sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano".

Sin embargo en la actualidad se cuestionan esos valores. De los rincones de toda España comienza a surgir el conocido como "ANTIMOUDRIDISMO", definido como un fuerte antimadridismo cercano al odio y al desprecio hacia el equipo que dirige José Mourinho, principal objetivo de amenaza y discordia. ¿Y porqué? Porque Mou habla claro. Es sutil, pero tira dardos envenenados siempre que puede allá adónde vaya. Es su juego, y Florentino lo sabía cuando lo fichó. Porque el portugués tenía a la espalda un palmarés envidiable de títulos, pero también una personalidad tan fuerte como odiosa por aquellos que nada tienen que ver con el pastel. Y dicho esto, se puede llegar a preguntar el madridismo si merece la pena ganar títulos cuando eres menospreciado por el resto de España. Preciado, Lotina, Pochettino, Emery, Del Nido, los pitidos en cada campo, los periodistas que han criticado duramente el comportamiento de Mou y su séquito (sobre todo tras los sucesos del partido contra el Sevilla del pasado domingo)... parece estar todo contra él. Mientras el Barça es alabado por todos, el Madrid es duramente pitado y ninguneado en cada campo que visita. Mientras Messi es querido por todo el mundo por su humildad y su silenciosa timidez,  Cristiano es repudiado por su descaro, sus gestos, su manera de picar al contrario o al respetable. Mientras Guardiola es admirado por su labor y sus respetables y comedidas ruedas de prensa, Mourinho es criticado por su zafiedad y su facilidad para decir lo que piensa.

Son distintas imágenes: los azulgranas juegan mejor, son más campeones del mundo españoles, son más estilistas, más "humildes" (según quién), confían en la cantera y salen ovacionados allá por donde pasan. El Madrid, condenado por hablar más de la cuenta en momentos determinados. No lo veo justo. Pero lo veo lógico, la mayoría tiende a odiar aquello que crea polémica y distorsiona la armonía reinante. Mi opinión al respecto de si vale la pena ser odiado por un país y premiado por ser el mejor conquistando todos los títulos a lo largo de una temporada, es que sí, vale la pena. Cuando eres aficionado de un equipo como el Real Madrid recuerdas aquellos valores morales que representaban al club, cuyas hazañas eran recordadas como "glorias deportivas"; y luego te paras a pensar en el presente, en un equipo con José Mourinho, que no es el clásico Pellegrini o Del Bosque de turno pero que POR SUPUESTO es humilde y respeta a todos los equipos (sin ir y más lejos resaltó en su partido ante la Real Sociedad en la jornada tres, con unos donostiarras recién ascendidos, que se trataba de uno de los encuentros más complicados de ahí a final de curso), con Iker Casillas, el capitán de la Roja y del club blanco, uno de los señores más respetados del país;  jugadores como Xabi Alonso, Higuaín, Granero, Albiol, Diarrá, Arbeloa, Ozil, Pedro León, Dudek, Khedira, que nunca han dicho una palabra más alta que otra y siempre han sido educados de acorde al respeto y a todo lo que representa ese escudo... con un cuerpo técnico y administrativo de personas como Karanka, Chendo, Valdano, Pardeza, Butragueño, el propio Zidedine Zidane... dudo que alguno de ellos hayan dejado de sentir el madridismo que corre por sus venas y hayan dejado de lado aquellos valores que hizo grande a este equipo. Como muchos dicen, no creo que una persona o dos representen a un club, a una institución de este calibre. A un equipo como el Real Madrid, que posee una fundación absoluta y expresamente dedicada a los niños que necesitan ayuda para sobrevivir, lo representan TODOS sus miembros. Todos los que ponen ese granito de arena contribuyendo a lograr los objetivos de cada temporada, que no es más que satisfacer a su afición con títulos. No, no creo que Florentino se haya vendido al diablo, no creo que nadie haya renunciado a sus valores trayendo a Mourinho, no creo que el Madrid sea despreciable por acciones puntuales o gestos de un jugador impresionante que tiene aires de chulería y prepotencia, pero que se crió en la pobreza y sabe lo duro que es llegar hasta donde está.

No creo que haya mal rollo ni en el vestuario ni en los despachos. Quiero ser periodista, pero cada día me doy cuenta del periodista que no voy a ser. No seré aquel que se frotó las manos el día que fichó Mourinho por el Madrid, porque sabía que todos los días se impregnarían por todas partes titulares contra su persona, contra lo que diga, haga o deje de hacer. El año de la Liga de Capello, aquella liga de las remontadas, aquella que se ganó con dos goles de José Antonio Reyes y uno de Mahamadou Diarrá, aquella liga en la que Van Nisterlooy fue pichichi, el Madrid le birló cinco puntos al Barça y se ganaron partidos en los últimos minutos con sesiones auténticas de infarto; nadie la recuerda por el mal rollo en el vestuario. Por las pataletas que le daban a Emerson, que un día decidió no entrar al campo. Por los feos de apartar del equipo a jugadores tan venerados como David Beckham o Iván Helguera. Por la "peineta" que hizo Capello ante el Zaragoza. Por las opiniones tales como "Guti es una promesa de 31 años" o  "Diego López cobra diez veces menos que el primer portero" de un presidente que se encargó de robar al madridismo a costa de sus caprichos. No, nada de eso. Todos la recuerdan por la "Liga de las Remontadas", la que se logró tras cuatro años en blanco, la que ganó Capello a base de no perder nunca la esperanza, por muy mal que jugara el Madrid y por muy mala imagen que diera Ramón Calderón y su criminal directiva.

Por eso paso de lo que diga la prensa, de lo que digan desde fuera, de todo. Confío plenamente en este equipo y en la inocencia de todo su cuerpo técnico y administrativo que en ningún momento ha quebrantado los valores morales y deportivos que siempre se le han asignado al mejor club del siglo XX. El día que se demuestre lo contrario, volveré a escribir al respecto. Mientras, me abstengo de todas las barbaridades que dicen. Si ganamos la décima, dudo de que alguien se acuerde de que Mourinho está "peleado" con Valdano, que el portugués sacara una hoja con los trece errores arbitrales de Clos Gómez o que Herrerín se cayera en plena salida del túnel de vestuarios. Probablemente unos rían, otros lloren y otros, simplemente, otorguen.

lunes, 6 de diciembre de 2010

¿Y Sneijder?

Esta mañana se han dado a conocer a los finalistas del Balón de Oro FIFA, aquellos tres mejores futbolistas del año y, entre ellos, al mejor jugador del planeta, que se dará a conocer el 10 de Enero de 2011. Son tres jugadores del Barça: Xavi Hernández, Leo Messi y Andrés Iniesta. Los tres son grandísimos jugadores y no hay mayor satisfacción para mí que el Balón de Oro FIFA lo gane un español, pero ahí falta un futbolista. Un jugador que merecería estar entre los tres primeros por delante de más de uno de los finalistas. Y ese crack es, sin duda, el holandés del Inter de Milán y mediocampista de la selección holandesa, Wesley Sneijder.

En primer lugar quisiera decir que la votación del balón de oro cada año me parece más  ilógica. Es inexplicable que un tío que ha ganado un triplete de títulos el mismo año que ha llegado a la final del Mundial, siendo de los mejores futbolistas del torneo, no esté entre los finalistas a llevarse el prestigioso trofeo. Ya sé que no vende mucho, que Messi e Iniesta (por ejemplo) probablemente sean mucho mejores que él y que pasó relativamente desapercibido en la final que conquistó España en Sudáfrica, pero es injusto que al menos no esté entre los mayores candidatos. Porque, si no recuerdo bien, el Balón de Oro premia a los mejores del año, a los mejores en 365 días. Y Sneijder, ha falta de menos de un mes, ha cumplido todas y cada una de las exigencias para estar, al menos, optando al balón de bronce. Sin duda, los seleccionadores y capitanes de selección votan a su antojo, por sus caprichos y sus favoritismos. Pienso que deberían de cambiar el sistema de votación hacia uno más metódico, que refleje las estadísticas y el influjo de un jugador en su equipo y en su selección. De esta manera, Sneijder sería el mayor candidato a este galardón.


 ¿Y por qué?  Pues por varias razones. Sneijder salió del Real Madrid por la puerta de atrás, tras un año plagado de lesiones e infortunios, jugando menos de lo que esperaba. El club lo vendió al Inter de Milán, dónde se consagró como la pieza clave del esquema de Mourinho, técnico que le dio protagonismo, que le devolvió la ilusión por el fútbol y por ser el mejor. Y Wesley le correspondió: no sólo fue artífice para la conquista del título de la Serie A y de la Copa de Italia, sino que se proclamó el mejor mediocentro de la Champions al completar una competición sublime. Marcó en el partido decisivo ante el Dinamo de Kiev para que el Inter pasara a Octavos, participó en todos los goles para derrotar al Chelsea, marcó un gol y dio el pase de otro en las dos victorias al CSKA de Moscú en Cuartos (1-0 y 0-1), contra el Barça en semifinales volvió a marcar y a dar otra asistencia; y en la final ante el Bayern dio la asistencia del primer gol a Diego Milito. IMPRESIONANTE.

Siendo el mejor de su equipo en la conquista de tres títulos ya le valió a Lionel Messi para ganar un balón de oro el año anterior, pero este año no era suficiente: había que hacer un buen papel en el Mundial. Y Wesley se salió, con cinco goles en siete partidos y siendo el auténtico líder de la selección holandesa subcampeona del mundo. Especial fue su actuación frente a Brasil, dónde anotó los dos goles que mandaron para casa a la "canarinha". Fue el máximo goleador del Mundial (empatado con varios delanteros referencia en sus equipos), y fue nombrado el segundo mejor jugador del campeonato. Algo que ni Iniesta ni Xavi llegaron  a contemplar. 

Quizás la Selección merece para algún jugador esta gran distinción, y pienso que si este año no le dan el balón de oro a un español no se lo darán nunca... pero lo lógico y lo normal es que Sneijder esté en esa lista, por delante de los dos españoles y de Messi, que está ahí por los más de 30 goles que metió en una Liga BBVA más que devaluada, sin arrastrar su deslucido campeonato del Mundo.