martes, 22 de marzo de 2011

O´Fenómeno

Ayer volví a escuchar a Ronaldo en El Larguero de la Ser. Pero no CR7, sino aquel que muchos denominan despectivamente como "El Gordo". Me vinieron a la cabeza muchísimos recuerdos. Sus dos primeros goles con el Madrid los tengo grabados en la mente para la posteridad. Nada más salir al Bernabéu, por primera vez después de su lesión, enchufó una volea en el primer balón que tocó y lo clavó en el fondo de la red. El segundo, minutos después, fue una gran definición tras pase de Steve Mcmanaman. Comenzaba la era en el Madrid de, probablemente, el mejor delantero de todos los tiempos.

No conocí mucho sus etapas anteriores en PSV, Barça o Inter de Milán. Sólo la increíble temporada que hizo en el conjunto azulgrana, 47 goles en 49 partidos; y la lesión en su rodilla derecha, destrozándose completamente el tendón rotuliano. Llegó al Mundial de 2002 entre algodones, nadie daba un duro por él ni por su rodilla, pero éste respondió con ocho goles en siete partidos, dos de ellos en la final ante Alemania y ante el mejor portero de la competición, Oliver Kahn, dando a Brasil su quinto Mundial y recibiendo el Balón de Oro a mejor jugador del campeonato. Sin duda, fue su coronación, y su trampolín para fichar por el Madrid, así como su reválida tras tres años sin haber jugado con regularidad por culpa de las lesiones.

A mí me impresionó tanto que sigo dándole vueltas a la cabeza. Cómo un jugador considerado el mejor delantero del mundo, después de tantas lesiones y tanta inactividad, volviera de esa forma, volviendo a ser el mejor delantero del mundo. Si las lesiones le hubieran respetado la mitad de lo que lo han hecho, ahora mismo no habría dudas: Ronaldo sería el mejor delantero de la historia del fútbol. En su primer año en el Madrid, marcó 30 goles en 44 partidos, incluido un hattrick que tampoco olvidaré ante el Manchester United en cuartos de final de la Champions. Los diablos rojos estaban empeñados en remontar la eliminatoria, pero cada gol era contrarestado por un Ronaldo que se bastaba él solo para liquidar a la defensa británica y a Barthez. Salió del campo ovacionado por toda la grada de Old Trafford en un partido mágico para el madridismo y para el "9" brasileño.

Sólo ganó una liga con el Madrid, pero marcó 104 goles en 177 partidos con la camiseta blanca. Siempre tendré a este jugador en mi memoria, porque además fue al primer jugador que vi marcar un gol en directo en el Santiago Bernabéu. Entonces tenía 13 años y fui con mi tío al estadio por primera vez. Mi sueño se cumplió realidad el día en el que Ronaldo marcó aquellos dos goles al Espanyol y dio la victoria al Madrid por 2-1. Salí de allí con una sonrisa radiante, después de haber visto un partido de ensueño y a un jugador que sería recordado para la eternidad. Su despedida fue bastante dolorosa. Se marchó al Milán al estar fuera de forma y no contar con el entrenador italiano Fabio Capello, del que dijo: :"He sido feliz con todos los entrenadores del Madrid excepto con uno". En los rossoneri, tampoco volvió a ser el de siempre. En 2009 se marchó a Brasil, al Corinthians, donde lo recibieron como en casa. Allí lo disfrutaron por última vez, con 35 goles en 65 partidos, más de lo que podía imaginar. Sin embargo, las lesiones no dejaron de perseguirle. Para colmo, el Corinthians cayó eliminado en la previa de la Copa Libertadores y el sueño de volver a jugar una alta competición se borró de la mente de Ronaldo. Destrozada su ilusión y su motivación para seguir jugando, dejó el fútbol. Ayer, reconoció que siempre sería madridista, que siempre elegiría a Florentino Pérez antes que a Sandro Rosell y que el próximo partido en el Bernabéu recibirá un homenaje en el centro del campo como Dios manda. Me llenó de satisfacción. Es el premio a un gran jugador que no se le debe recordar por los momentos en los que dejó de funcionar, en los que se le notaba cansado, en los que necesitaba aire para seguir al alto nivel. Ronaldo debe estar en la memoria de todos los amantes del fútbol por tantas bicicletas y tantos tantos goles maravillosos que se quedarán en la posteridad. Porque Pelé no pudo tener mejor sustituto.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Ánimo, Eric

Hace un rato se ha dado a conocer una trágica noticia que nadie esperaba: a Eric Abidal, jugador del F.C Barcelona, se le ha detectado un tumor en el hígado, se pierde lo que resta de temporada y quien sabe si mucho más. El viernes lo operan quirúrgicamente en el hospital clínico de Barcelona. Es increíble como puede cambiar la vida de una persona en tan poco tiempo. Te sientes el rey del mundo y, de repente, no eres nada. Y estás al borde del precipicio. Lo peor es la frustración que Eric deberá soportar. Porque estas situaciones, al igual que le pasó a De la Red y a Sergio Sánchez, son inevitables. Nada puede hacer, más que mirar de frente a la vida en la sala quirúrgica el próximo viernes. Y nada podemos hacer el resto más que darle todo el ánimo y toda la fuerza posible para que salga adelante. Todo está sujeto al destino, ese a veces tedioso y repugnante destino.

Eric Abidal, 31 años, francés, jugador del F.C Barcelona en la posición del lateral izquierdo, aunque puede jugar de central, dónde este año se ha desenvuelto con gran maestría. ¿Qué sé de él? Pues que lo conocí durante aquellos partidos Lyon - Real Madrid en fase de grupos, que en 2006 jugó un gran Mundial, que el Madrid ese verano estuvo a punto de ficharle como recambio de Roberto Carlos... que al final fichó por el Barça en 2007, y que probablemente esta era su mejor temporada. En el año del triplete, se perdió por sanción la final de Copa del Rey y de Champions. El año pasado, por las lesiones y su irregularidad, fue muchas veces sustituido por Maxwell. Este año, libre de lesiones y a un nivel impresionante, ha sido indiscutible para Guardiola. Incluso fue decisivo en Copa con un gol (su primer gol en el Barça, segundo en toda su carrera) ante el Athletic de Bilbao en San Mamés que dio el pase a cuartos de final. Cuando Puyol se lesionó y Piqué estaba en su mundo, Abidal jugó de central y tapó agujeros en la zaga además de bocas. Contra el Sevilla jugó su 22º partido de Liga en 28 jornadas disputadas, de nuevo cuajando una gran actuación. Y de repente, paf. Bofetón que te da la vida.

Soy del Madrid desde crío, pero nadie me quita la espina de mi corazón ni el dolor que siento por la tragedia que soporta un jugador del bando rival. En esto, no hay colores. Todos somos fútbol, el mismo fútbol. El de la unión y la esperanza. Ánimo Eric, estamos contigo.