martes, 23 de noviembre de 2010

Historia del Partido del Siglo, Capítulo II

Sólo quedan siete días para el Partido del Siglo. Aquel que va a enfrentar a los mejores jugadores del mundo, a los Xavi, Piqué, Iniesta, Alves, Ramos, Xabi Alonso, Ozil, Higuaín...

Pero la última jornada de Liga nos dejó una nueva muestra de quiénes son los mejores. Los líderes de sus equipos. Las banderas, los jugadores insignia. El mayor duelo que se puede ver actualmente en el mundo del fútbol. Si señor, los dos en el mismo terreno de juego:  Lionel Andrés Messi y Cristiano Ronaldo Dos Santos Aveiro.

Messi. Me preguntaron una vez en un botellón, en el momento en el que más cubatas llevas de más, que quien era el jugador más impresionante que había visto. Me lo pensé tres segundos, y dije Leo Messi. Ahora, sobrio y consciente, quizás diría Zidane o alguno más, no soy de quedarme estancado en un jugador y ya está. Pero aquella vez dije Messi. Porque sólo me pudo venir a la cabeza la pulga de 23 años que ya lleva más de 100 goles en Liga, que tiene un balón de oro, un FIFA WORLD PLAYER, que ha firmado con su nombre y apellidos las jugadas más bellas de este deporte, que es capaz de hacernos olvidar un golazo suyo con otro golazo, de marcar un hatt-trick en 20 minutos, de entrar en la segunda parte de un partido y darle la vuelta él solo... de marcar en una final de Champions con su 1,69 m de altura de un cabezazo, de dar el único Mundialito de Clubes de la historia del Barça en el último minuto de la Prórroga con un remate de pecho, de calcar el mejor gol de la historia... Y parece que no tenga límites. Ya marcó tres goles en un Clásico cuando todavía no era nadie. Ahora es considerado el dios del fútbol para muchos. Temo incluso que supere a Raúl en goles tanto en Liga como en Champions...el actual mejor jugador del mundo va camino de hacer historia en cada partido. El del Lunes es de nuevo otro encuentro en el que exhibir su potencial, de demostrar a los focos de todo el mundo que la supremacía de Lionel es infinita.

CR7.  Cuando me enteré que Florentino había fichado a Cristiano Ronaldo por 96 millones de euros olvidé por completo de que se trataba del fichaje más caro de la historia del fútbol. Tardé en darme cuenta el tiempo que tardé en contemplar cada una de las palabras que describían el fichaje del jugador que iba a hacer al Real Madrid tres veces mejor de lo que era. Un equipo como el que llevaba el Madrid sólo podía competir con el del Barça de Messi con Cristiano Ronaldo en sus filas. Y vaya si competió. Hizo 96 puntos, sólo tres menos que el Barça, y el portugués marcó 26 goles en 29 partidos. El tira-afloja con Messi fue bestial. Cuando el argentino me tenía convencido de que era el mejor, llegaba el portugués para igualar la contienda. En serio, parecían pulsos que hacían entre ellos haber quien lograba llegar el primero a la meta. Actuaciones asombrosas de ambos que destrozaban rivales de Primera División a base de espectáculo.

Y esta temporada, 15 goles en 12 partidos. Y no sólo son goles, sino verticalidad, liderazgo, asistencias... incluso ahora deja que sus compañeros tiren alguna que otra falta o penalty para quitar su ansiedad de cara al gol. Pero sobre todo, lo que más prima en este jugador es su ambición. Capaz de volverse loco por fallar un gol cantado después de haber marcado cuatro tantos en un partido, de gritarles a sus compañeros que tiren hacia arriba cuando van empate, de enrrabietarse contra él mismo al no salirle las cosas... Y luego están sus cualidades físicas. Parece un jugador salido de la Ciencia, una mezla entre un Action-Man y Rambo que quiere fusilar a quien se interponga en su camino.


Cristiano es más completo, más directo, más potencia y competitividad. Messi es más elástico, más desequilibrante, más regate y conducción. Pero ambos saben que coinciden en lo mismo: la gloria por ser el mejor. Y que mejor escaparate en el mundo entero que el Camp Nou en el Partido del Siglo. Cada día lo pienso con más convicción, este partido es la madre de todos los partidos. Y de allí, como en la guerra y el amor, "todo vale y siempre queda un perdedor", como cantaría el gran Melendi.

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